Ahora que está a punto de acabar el periodo de solicitud de matriculación en los colegios hay muchas familias que sienten bastante incertidumbre en cuanto al tema de si sus hijos e hijas se adaptarán a la escuela.
Lo primero que hay que tener en cuenta para este tema es que NO existe un periodo de adaptación en sí, no está contemplado como tal desde la Consejería de Educación de la Junta de Andalucía. Pero sí que existe, a solicitud de las familias que lo deseen y en consenso con el centro educativo, un pequeño periodo de adaptación en cuanto al tiempo durante el que el niño o la niña permanece en él, para que este proceso se dé de forma gradual.
¿Qué es el periodo de adaptación?
✩✩✩✩✩✩✩✩✩✩✩✩✩✩✩
El proceso de adaptación debe ser planificado pedagógicamente debido a la gran importancia que tiene para el niño/a. Familia y escuela son los responsables de que este momento escolar se desarrolle en unas condiciones beneficiosas para los niños/as.
El apego se define como "el primer lazo afectivo que el niño/a establece con la persona que pasa más tiempo a su lado" (madre o la persona que desempeñe esta función).
Cuando el niño o la niña de 3 años, o en algunos casos con todavía dos años como ocurrió con mis tres hijos porque han nacido a finales de año, se incorpora al mundo escolar, sufre una separación importante, rompe de algún modo ese lazo afectivo con la figura de apego y ello genera un conflicto. La forma en la que se soluciona este conflicto, el tiempo que se emplea para que asimile de manera correcta y feliz la "ruptura" con la figura de apego, es el llamado periodo de adaptación.
Entrar en la escuela supone un gran cambio, sale de su mundo familiar donde tiene un ambiente de seguridad, con códigos establecidos y roles determinados y conocidos, un ambiente en el que se siente protegido y centro de la atención familiar... a un lugar distinto, va a convertirse en el punto de mira del resto de la familia, con preguntas, preparativos... Y se le introduce en el mundo escolar, donde se le considera como uno o una más del grupo, en un espacio diferente, objetos diferentes, normas diferentes, con personas que no conoce...
Hay que tener muy claro que es el niño/a quien tiene que superar, internamente, estos cambios. Tiene que ir conquistando, autoafirmarse, saliendo poco a poco de su egocentrismo, independizándose de sus figuras de apego para construir su mundo interno y evaluar, contrapesar esta separación de forma que la acepte de forma interna.
¿Qué sentimientos provoca esta separación?
Esta separación provoca sentimientos de dolor, miedos, incertidumbre, abandono... generando en la mayoría de los casos, manifestaciones de "protesta". En este punto es frecuenta la aparición de manifestaciones de tres tipos:
1. De carácter psicosomático: alteraciones en el sueño, vómitos, enuresis, erupciones en la piel...
2. De carácter psíquico: agresividad, ansiedad, celos...
3. De carácter afectivo-social: nos podemos encontrar con distintos casos; niños/as que lloran desconsoladamente, otros resignados que no lloran, que solo cumplen órdenes y que participan en la escuela de forma resignada pero en el hogar manifiestan conductas negativas; niños y niñas que se desesperan, otros que manifiestan agresividad, otros que se mantienen aislados, no quieren nada, cerrados en banda, se quedan junto a la puerta y solo preguntan cuándo viene mamá o papá...
Todas estas manifestaciones son sanas y normales de un conflicto personal. El proceso de adaptación es una conquista, un proceso personal y voluntario.
¿Qué papel tiene el adulto en este proceso?
Familia y escuela deben garantizar que el ingreso del niño/a a la institución escolar se efectúe de forma natural. Entendiendo este proceso como distinto en cada niño/a.
La adaptación viene determinada por cómo nosotros, los padres y madres asumimos la separación: nuestros temores, nuestras expectativas, ansiedad, seguridad o inseguridad en la decisión tomada, el grado de confianza en las posibilidades y límites de nuestros hijos/as y las garantías del centro educativo elegido. Estos sentimientos naturales podemos transmitirlos de forma voluntaria o involuntaria a través de nuestras manifestaciones de excesiva preocupación, que son captadas por los niños/as respondiendo a menudo de forma negativa. Si aceptamos de forma negativa o con desconfianza el colegio, si sentimos inseguridad y nuestros hijos perciben estas dudas es más común que sienta gran angustia y el sentimiento de abandono del que os hablaba antes.
¿Qué podemos hacer como padres/madres?
Imprescindible que se potencie la comunicación familia-escuela, de forma que confiemos en la escuela nosotros mismos. Los maestros y maestras también deben adaptarse al grupo nuevo y ofrecer ese ambiente de comunicación bidireccional, acercarse de forma individual al niño/as, respetar sus particularidades, sus ritmos, etc. lo cual facilitará la adaptación.
La autora Mercedes Conde da esta definición de periodo de adaptación:
"Camino o proceso mediante el cual el niño/a va elaborando, desde el punto de vista de los sentimientos, la pérdida o ganancia que le supone la separación hasta llegar voluntariamente a una aceptación interna de la misma".
Existen unos aspectos muy significativos del periodo de adaptación:
1. El protagonismo del niño/a en dicho proceso.
2. La necesidad de respetar el tiempo que precisa cada niño/a para elaborar y recomponer su mundo afectivo interno.
3. La importancia de favorecer y aceptar todas y cada una de las manifestaciones de este conflicto.
El plan de adaptación no puede ser el mismo para todos ya que los niños/as no tienen el mismo ritmo ni las mismas características.
A veces como madres y padres nos preocupamos más de lo que deberíamos, pero es necesario saber actuar en esta situación.
¿Y si no se adapta? ¿Cuándo debo preocuparme?
- Si mi hijo/a entra todos los días llorando al colegio después de dos meses aproximadamente y ese llanto continúa durante gran parte de la mañana. Hay niños que lloran un poco a la entrada y al llegar al aula dejan automáticamente de llorar, en ese caso, es un proceso normal.
- Si notamos durante mucho tiempo que siente miedo o angustia a la hora de acostarse.
- Detectar si lo que no quiere es ir al colegio o al comedor. Mi hijo mayor en tres años no quería ir al colegio porque no quería ir al comedor. Es una situación muy complicada y difícil de sobrellevar. Acabé quitándolo del comedor, pero también coincidió con la llegada del primer hermanito por lo que probablemente era su forma de llamar nuestra atención.
- Si presenta muchas reacciones psicosomáticas.
El periodo de adaptación no siempre es igual en todos los niños y niñas, habrá niños que por su madurez o personalidad se adapten en una semana y otros a los que les llevará más tiempo. Cada niño es distinto y por tanto su adaptación será distinta.
Lo que sí es muy importante transmitir seguridad al niño, que sepa con certeza que vas a recogerlo, (son los miedos más claros) que va a estar en un sitio bonito y divertido, que confías en su maestra o maestro.