Diferente. Un fin de semana diferente.
Hoy probablemente habría escrito una entrada hablando sobre mi excursión-viaje a Madrid, lo que había hecho en el tren, el frío que habría pasado; los nervios de llegar y conocer a gente nueva en el directo de madresfera, el encuentro con Elena, estar sola conmigo misma, la experiencia de viajar sola... Pero no, eso no era para mí. Ya cuando compré los billetes tuve una sensación extraña, como de que no iba a usarlos al final. Me había comprado una mochila molona y un abrigo estupendo que se plegaba de tal manera que se podía meter en una minibolsa. Pero no, eso no era para mí.
Ya empecé a intuir que la semana iba a ser bastante complicada cuando el lunes pasado un estúpido en coche me embistió por detrás y ni siquiera se bajó del coche para seguidamente darse a la fuga no sin antes intentar atropellarme, cosa que a la policía pareció importarle un pimiento (al igual que le importaba un pimiento al estúpido del coche cuando le dije que iban tres niños en el coche). Y como no, no me equivocaba.
Entre situaciones complicadas en casa con temas que me traen frita porque no tienen solución y todavía tengo que ir dando explicaciones de por qué, y que el jueves estuve dos veces en urgencias, primero con el mayor con una contusión en el dedo y luego con la peque porque no paraba de toser y no había citas en el centro de salud, llegó el puñetero viernes, en el que no estaban mis padres para poder quedarse con la peque y que decidí quedarme en casa yo ya que no podía llevarla a la guarde con esa tos. Me llamó el director del colegio diciéndome que mi mediano se había caído en el colegio y que no tenía muy buena pinta. Sin poder dejar a la niña con nadie en un principio empecé a agobiarme hasta que mi suegra pudo pedir permiso en el trabajo para hacerse cargo de la niña y me fui a recoger a mi mediano.
No, no tenía buena pinta.
Al principio pensé que se le había salido el codo, pero yo de esas cosas sé poco así que lo metí en el coche y me lo llevé al Materno de Málaga para que lo vieran en urgencias.
Ya en la primera vista me soltó de sopetón: "esto tiene pinta de quirófano". Imaginaos mi cara en ese momento. Le hicieron rápidamente una radiografía y confirmaron lo que pensaban. Rotura del hueso del codo y operación esa misma tarde. Ahí ya no sabía si desmayarme o ponerme a llorar con el niño, pero no quería que él se pusiese peor así que intenté llevarlo con el nudo en la garganta haciéndole bromas a mi niño para que no pensara en todo lo que iba a pasar. Estaba sola. Mis padres no estaban (aunque llegaron después a pesar de estar muy lejos) y mi marido tampoco. Le pedí que por favor saliera del trabajo y se viniera hacia aquí en cuanto me dijeron que había que operarlo. Le escayolaron momentáneamente el brazo y le pusieron un pijama. No quería que le hiciesen nada, ni quitarle la camiseta. Para ponerle una vía fue todavía peor.
Por la tarde estuvo encamado con calmantes y durmió bastante, hasta las 8 que lo llamaron para el quirófano. Era la primera vez que nos veíamos en esta situación, lo único más cercano a este tema fue en el momento en que supimos de la cardiopatía de la niña y sabíamos que teníamos tiempo para prepararnos. Pero esto fue todo muy rápido. Firmar y firmar papeles y a pesar de que todo el personal del materno fue muy claro y atento con nosotros yo no sabía cómo me sostenían las piernas. Qué momento más horrible cuando te dicen "ya tienes que esperar fuera". Y le susurras a tu niño al oído que lo quieres mucho y que dentro de un ratito volverás a verlo. Qué difícil fue no llorar delante suya. Él debía ver a una mamá tranquila y confiada y es lo que vio. O al menos eso creo.
Pregunté cuánto podía durar la operación y me dijeron que una hora como mínimo y de ahí a dos, tres... dependiendo de si tenían que abrir o no. Al final no tuvieron que abrir y le colocaron bien los huesos y las agujas, por lo que en prácticamente 40 minutos nos llamó el cirujano para decirnos que había salido bien y que nos avisarían cuando se despertara de la anestesia.
La primera noche en el hospital me quedé con él, y el pobrecito mío lo pasó fatal.
La recuperación va a ser lenta y complicada. Es un niño muy nervioso y de momento el asistir al colegio lo vemos como algo poco probable.
Quiero agradecer desde aquí a todo el personal del hospital que atendió a mi hijo antes, durante y mediante, desde el primero que lo vio hasta el cirujano (con gorro de Star Wars) que lo operó.
Y gracias a todos los que se han preocupado por su situación a través de mensajes al móvil, a twitter, a fb...
Algunos pensaréis que soy una exagerada, que eso pasa muy a menudo con niños pequeños y que tampoco hacía falta hacer un post, que cada día pasan cosas muchísimo peores... lo sé soy consciente, pero es que la semana pasada para mí fue una de las peores de mi vida, que además, iba a ser una semana muy chula con la excursión del sábado a Madrid, porque tenía mucha ilusión de vivir esa experiencia y se me esfumó. Que sí, que habrá más momentos pero la verdad es que ya me lo pensaré mucho antes de meterme en ese tipo de ilusiones.