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29 de septiembre de 2017

Del respeto nace la tribu

Hace ya más de un año que conocí Madresfera como tal. Fue a través de varios blogs que ya seguía y que en sus blogs pedían votos para los Blogger´s Day y bueno, empecé a conocer más y más blogs. La web estaba en "mantenimiento" y para inscribirse había que esperar un tiempo, tiempo que para mí se hizo eterno. Allá en el correo deben de tener unos 10 mails míos preguntando ¿cuándo puedo inscribirme? ¿habéis habilitado ya el formulario? En plan madrepesada total...
Qué alegría el día que me mandaron un mail para decirme que por fin estaba en activo la nueva página y que ya podría inscribir a mi blog en Madresfera, el 9 de mayo.
Desde ese momento me di cuenta de que me habían acogido en una tribu. Sí, una tribu muy variopinta y muy grande donde todos los blogs son bienvenidos. 
Y ya cuando empecé a engancharme a los podcast ni os cuento. Más tribu aún. 
Y el motivo de escribir esta entrada no viene sino a que me estoy dando cuenta de que desde que estoy en este mundillo me siento más comprendida, más apoyada y más miembro de algo, algo que podemos llamar tribu, familia o comunidad; pero que es real, real hasta tal punto de que te das cuenta de que tu día a día es el día a día de otras familias, que en la diversidad encuentras la riqueza, que en las diferencias hallas las respuestas a muchos porqués, que el respeto nace del conocimiento y el aprecio, que cuando surge la polémica ahí siempre existe el respeto ante todo. Es posible que a veces vea acciones, historias o prácticas maternales de las que no soy partidaria (no por nada, sino porque cada familia es maravillosamente distinta y al serlo, no podemos aplicar las mismas técnica. Ni nuestros hijos son iguales porque tengan la misma edad; ni las circunstancias de nuestras vidas son las mismas) pero para mí el respeto es la base de todo.

Cuando os cuento muchas veces por instagram la vida de una maternidad real no significa que no me gusten las maternidad Pinterest que veo, al contrario, me parecen tan bonitas que las valoro como un esfuerzo detrás por conseguir una belleza tan radiante que por eso las sigo. No las sigo para darme cuenta de que no son "reales"o para pensar que lo mío no es tan pinterest (oye, que seguro que hay niños ideales y casas perfectas, pero no se da en mi caso, jajaja) sino porque a mí lo visual me atrae mucho, la perfección, las fotos bonitas y esas fotos tan bonitas de comidas que yo creo que solo por darle al corazoncito ya me engordan. 
El caso es que desde aquí quiero agradecer a esa tribu, a esa familia, a esa comunidad que forman todos los blogs madresféricos la forma de vivir la maternidad. Las sensaciones tan cercanas de comprensión, el "oye, que te leo y me gusta lo que escribes", o el "oye, que he leído tu post, mucho ánimo con tal tema". 
Leo muchos blogs, y lo que más me gusta es compartirlos. ya sea vía twitter o vía fb, pero lo hago porque sé que compartir es algo muy importante para quienes dedican parte de sus vidas y su tiempo a mostrar las distintas caras de la maternidad, una maternidad que a veces puede ser ideal, otras veces cruel, otras triste, otras felices, otras tan reales que cuando las lees o escuchas hablar te transmiten tantos sentimientos que lo vives en primera persona. 

Y todo este tocho solo para decir que 
¡¡Me encanta estar en madresfera!!
Quería dejar aquí una lista de los blogs que suelo seguir más asiduamente y que creo que si no conocéis, debéis hacerlo. 











Aún hay muchos más blogs que sigo, hoy pongo estos 10. El próximo viernes seguiré con las recomendaciones.

¡¡Buen fin de semana!!


22 de septiembre de 2017

Depresión Postparto y los cambios. Consejos para no llegar al límite.

Hace tiempo que Patri de Happymama hizo un llamamiento a todas las madres del mundo a través de su cuenta de IG  para que las mamás que hayamos sufrido depresión postparto nos animásemos a contar nuestra experiencia. Justo me pilló en momentos de mucho trabajo y baja de ánimos para ponerme a recordar, así que lo dejé para más adelante y al final, por una cosa o por otra lo iba postergando.
Una de las ideas que pedía era contar nuestro testimonio, y bueno, creo que es algo íntimo que aunque pueda ayudar a otras personas al sentirse identificadas no puedo volver a recordar todo aquel proceso tan difícil de entender y con sensaciones y sentimientos tan tristes. Así que, pensándolo mucho, lo que sí quiero hacer es hablar sobre qué cosas te pueden ayudar a no llegar hasta el nivel en el que estuve yo, a través de mi experiencia.
Para hacer un poco más técnica esta entrada os copio lo que aparece en wikipedia sobre este tipo de depresión :
La depresión posparto es «la depresión que se inicia en las primeras doce semanas tras el parto,» debido al gran cambio que se produce con la llegada de un niño, con síntomas depresivos típicos: tristeza, sentimientos de desesperanza y de minusvalía, insomnio, pérdida de apetito, lentitud de movimientos, pensamientos recurrentes de muerte, síntomas físicos varios —molestias digestivas, dolor de cabeza, fatiga—, ansiedad elevada, etc. Este estado sí que necesita tratamiento.

Siempre partiendo del respeto a cada una de las formas de crianza y educación, mis consejos para no caer en esta enfermedad son estos:


El peso sí que importa: Si os digo que la realidad es que mi primer hijo no fue "buscado" aunque sí deseado me creeréis ¿verdad? Pues eso, la alegría del día de nuestra boda culminó con un embarazo. Sí, una no piensa que por una vez "no pasa nada... con lo difícil que es"... pues no, lo mío "cuajó" y a pesar de tener un viaje en avión (nos fuimos de viaje de novios a París y obviamente no pensaba que iba a estar embaraza ni por asomo)... Hice todas esas cosas prohibidas (tomé ensaladas en restaurantes, carnes poco hechas, bebí vino, me subí en avión, me monté en todas las atracciones de Disneyland, hice esfuerzos, tomé medicamentos...) Vamos, que si cuajó fue porque tenía que ser así. Estaba muy cansada y con muchas ganas de comer, algo que realmente no asocié hasta que supe que estaba embarazada y lo achaqué todo al viaje y la tensión de los días antes de la boda.

Aunque tuve un embarazo buenísimo, uno de mis problemas fue el APETITO. Sí, con mayúsculas. Primer error: aumento de peso extra, y diréis.. bueno, luego se pierde.... Pues decídselo a mis diez kilos de lorzas que acamparon a sus anchas durante 9 meses y que ahí siguen... no se mueven tan fácilmente. No digo que el médico no me llamara la atención (que sí lo hizo pero tampoco insistió mucho, pensando quizá que sería como aquellas mamis privilegiadas (mi envidia sana) que recuperan la figura hayan cogido 10,20 o 25 kilos. Yo a los 20 kilos dije "ya no me peso más".... Bueno, pensaréis ¿qué tendrá que ver el peso con la depresión postparto?  Pues sí que tiene que ver. Dato importante: Jamás de los jamases te peses cuando vuelvas a casa recién paría... ¿por qué? Porque en un parto normal según cada mujer, se pierde aproximadamente entre 5 7 kilos que corresponden al bebé, al líquido amniótico, a la placenta y a parte del peso del útero y del líquido que puede haber retenido la madre, principalmente en piernas y manos. Por tanto, primer consejo postpartil: esconde el peso hasta que no pase al menos la cuarentena. .. Los momentos complicados vienen cuando quieres volver un poco a tu ropa de antes del embarazo y te pruebas un pantalón tras otro sin conseguir en algunos casos que pase del muslamen. Otro punto que sé que hice mal fue el mal control del hambre entre toma y toma. Para poneros en situación,  mi hijo A. quería comer cada dos horas escasas, pero es que además, se pasaba al pecho una hora,  media hora por cada pechuga. Con lo cual, si hacéis las cuentas veréis que yo apenas dormía y durante los primeros días, que además estás en modo regla a tope, con muchos puntos,  una episiotomía y el agobio de las visitas en casa a todas horas... pues aquello era un poco difícil de sobrellevar. Pero ahí estaban, mirándome con cara de cómeme las tropecientas mil cajitas de bombones que me trajeron entre todas las visitas.... así que cada dos horas y poco atacaba los bombones, era como una especie de droga para mí, lo tomaba antes de dar el pecho y después,  es decir, que probablemente me comía al día alrededor de 30 bombones (que se dice pronto ). A ver,  diréis "pues vaya autocontrol ", pues no es cuestión solo de autocontrol, es algo que abarca muchas situaciones. Así que ahí va mi consejo,  si os regalan cajas de chocolates, sacadlas para compartir cuando vengan las visitas y reparte entre tus familiares. No, no está feo, es por SALUD( física y mental). El chocolate me hacía sobrellevar mejor el no dormir y esa tristeza-alegría de los primeros días. 
De todo esto nunca leí nada, nunca fui consciente de verdad del problema que serían para mí esos kilos de más y todo lo que derivó después.  

La teta. Sí, como he dicho, mi hijo quería comer cada dos horas, lo cual hizo que la leche subiera a borbotones, era una central lechera en toda su esencia, ni los brazos podía cerrar,  y era bastante incómodo el tema de los discos que siempre acababan empapados. He sido madre de tres y cada uno ha tenido una lactancia muy distinta en tiempo y forma. Con mi primer hijo tendría que haber hecho uso de un sacaleches  (cosa que aprendí a usar con la pequeña, por eso lo recomiendo ) ya que tenía muchísima cantidad y perfectamente podría haberme sacado litros y litros para hacer las tomas más llevaderas. Ojo, esta es mi opinión personal según mis circunstancias personales, habrá bebés que coman cada tres horas y en veinte minutos sean capaces de saciarse  (el caso de mi chica ) y otros que sean como el mayor. El caso aquí es que si tenéis la oportunidad de elegir un sacaleches, hacedlo, os puede ayudar mucho. Y el que os recomiendo es el de la marca medela, que me prestó mi amiga M. y que me salvó la vida con la peque. 

Las visitas. Vengo de una familia en la que mi padre tiene 8 hermanos y mi madre 6, todo multiplicado por dos y por cuatro. Además de todos los grupos de amigos y amigas de los que formábamos parte en aquel momento. Y todos querían conocer al primogénito... a la vez casi. 
Para que os hagáis una idea del nivel de agobio, imaginadme a mí, en paños menores (porque no me dejaban ponerme braguitas en el hospital) y 12 personas en mi habitación, algunas eran familiares directos pero otras eran conocidos o amigos no tan íntimos. ¿Qué hice? Me encerré en el baño y le dijer por favor a mi marido que o se iban y se quedaban tres o yo no salía, pero claro, eso está "feo" y ahí que tuve que poner cara sonriente e intentar sobrellevarlo, porque sé que la intención era buena, pero YO no me sentía bien. Iniciándome en la lactancia, aprendiendo a cogerlo, a cambiarlo... todo era bastante difícil de por sí, si encima tenías opinólogos bienintencionados pues aquello era para echar un poco más de carga encima. 
Consejo: sed claros y sinceros. Obviamente la familia cercana (padres, madres y hermanos o hermanas) siempre es bueno que estén y te sientes cómodos con ellos. O alguna amiga íntima, pero al hospital, por favor, visitas muy cortas y espaciadas. Es un momento muy íntimo del que no disfruté en mi primer parto y que sí pude hacer con el segundo, lo cual fue muy positivo a nivel mental. Sé que con el segundo no es lo mismo porque las visitas se dilatan. Pero también supimos cómo gestionarlo. 

El orden y limpieza en casa: A mí me agobiaba mucho el tener que estar pensando en tener la casa limpia y ordenada porque las visitas eran constantes. Si no teníais ayuda extra en casa de una empleada del hogar, pensadlo seriamente. Sé que si hubiera delegado en ese sentido, habría estado mucho mejor. Así que otro consejo : permítete esa ayuda, aunque sea durante los dos o tres primeros meses. Lo vas a notar. 

Relativiza: la verdad es que con 26 años fui la primera de mi grupo de amigas en ser madre, lo cual no fue algo fácil para mí, porque la cosa cambia a todos los niveles. Cuando algunas aún no se habían ni planteado el casarse yo ya tenía mi primer hijo. Sé que he perdido algunas amigas por el camino, pero también sé que las que se quedaron, ahí siguen. No te apenes por eso, son situaciones que no puedes controlar, pero sí puedes controlar cómo te afectan. 
Todas estas cosas que os digo os las transmito desde la experiencia, eso que dicen de que "la experiencia es un grado" es totalmente cierto. 
Relativiza también con la familia, creo que los abuelos por ambas partes se sienten también responsables de ese nuevo miembro de la familia. Déjales que participen de ello pero no que se entrometan demasiado. Yo gracias a Dios tanto con mis padres como con mis suegros no he tenido problemas de ese tipo, sino todo lo contrario, ayuda 100% desde el primer momento. 

Si algo que también aprendí de todo eso fue que el diálogo, principalmente con la pareja, era fundamental, y que no debéis tener miedo a explicar cómo os sentís en algunas situaciones. Sé que para los padres primerizos también es duro, queda en un segundo plano y tampoco es fácil para ellos. Déjate mimar pero mima tú también a tu pareja. Un hijo debe unir, no distanciar; aunque a veces hay momentos en los que inevitablemente distancia a las parejas que acaban por descomponerse. 
Mi consejo: habla con tu pareja ANTES de pensar en tener hijos sobre cómo queréis que sea vuestra futura familia y dejaos aconsejar. Leed, libros, maravillosos blogs o hablad con padres recientes sobre temas que os preocupen y que os cuenten de verdad. Descubrir cosas que podrías mejorar es bueno para la pequeña familia.  Yo confieso que no leí apenas nada. Que la única idea que yo tenía sobre los sentimientos de tristeza sobre los primeros días después de dar a luz fue ver a mi hermana que llegó la mañana de reyes a nuestra casa cuando ella ya había tenido a mi sobrina apenas días antes y se echó a llorar. Yo no podía comprender en aquel momento el porqué, ¡si debía estar feliz de tener a una niña tan bonita! Pero claro, luego supe el motivo por el que tuvo ese momento de bajón y que era algo puntual. 

Disfruta y ríete más. Lo sé, sé que es difícil, pero también sé que al principio parece imposible, pero se logra.  Haz algo de lo que hacías antes de ser madre que te encantara, aunque solo sean quince minutos. Date tiempo. A mí me relaja conducir, pues probablemente si hubiese conducido durante las primeras semanas durante quince minutos eso me habría ayudado. 
Otra cosa que hice mal fue ver pelis que me ponían tristes (una de ellas fue Despertares). No lo hagas, ve pelis de acción y de animación, no contribuyas a tu tristeza con películas bonitas emocionalmente porque ¡no ayuda nada! Tampoco veas pelis en las que todo es super ideal... porque la vida real no es así. Ve documentales, cosas que realmente te suban el ánimo. Y hoy día, con internet y Netflix tienes la posibilidad de hacer esto. 

Cuando me dí cuenta de que realmente no estaba bien, mi hijo ya tenía más de 6 meses y decidí buscar ayuda profesional. Ayudarme ayudarme... quizá no me ayudó directamente, pero sí ayudó a que mi pareja y mi entorno se dieran cuenta de que yo NO estaba bien. Me dio algunas pautas a seguir, pero tampoco fueron grandes consejos (al menos no tan buenos como los que os acabo de dar jajaja).  Sé que esa persona fue madre después de haberme tratado y probablemente me habría dado otros consejos distintos: repito, la experiencia cuenta muchísimo. Por eso me he animado a contar hoy esto. 

Tener un hijo no te cambia la vida, tu vida va cambiando cuando tienes un hijo, porque es algo maravilloso (si no, no os estaría contando nada de esto ni habría repetido dos veces más) y porque das un paso increíble hacia un mundo difícil pero que realmente merece la pena. 
Con mis otros dos hijos no tuve depresión postparto, sólo esa pequeña pelusilla durante los primeros días en los que luchas internamente entre la felicidad plena y el agobio del momento. 

Espero que os haya gustado mi post, y que lo compartáis en redes sociales y sobre todo que llegue a esas futuras mamás primerizas que puedan aprender un poquito más sobre este tema. 
Y ya que estamos, que sigan a MADRESFERA porque ahí estamos todas esas familias, cada una con sus experiencias y vidas. 

¡¡Buen finde, familias!!







14 de septiembre de 2017

Embarazos, Cardiopatía e internet

A veces la vida te hace pasar por momentos muy duros para mostrarte su cara más difícil y dura. Cuando estás embarazada y te preguntan que si querrías niño o niña, casi el 100% de las mamás contestamos que nos da igual con tal de que venga sanito o sanita. 
Cuando ya has tenido dos hijos anteriormente sanos (con sus pequeñas enfermedades típicas de la edad, que hacen que te preocupes en el momento y luego ya pasa) piensas que, bueno, la genética está siendo generosa contigo y decides ir a por un tercero o tercera en este caso. 
Cuando supimos que la tercera iba a ser niña nos alegramos muchísimo, ya teníamos dos niños y tanto papá L. como yo sabríamos lo que es ser padres de una niña también, aunque las diferencias son muy pequeñas en este caso, jeje. 
Tuve un embarazo muy malo, quizá haber tenido dos embarazos anteriores medianamente buenos no fue de gran ayuda porque no esperaba estar tan sumamente mal, con el añadido de que debía "estar bien" por el simple hecho de que tenía que atender a dos más además de trabajar. 
Desde el primer mes, al poco de saber que estaba embarazada empecé con muchas náuseas que se convirtieron en vómitos matutinos y algunos durante el día. Mareos, malestar general...En el primer  embarazo lo único que tenía era mucho apetito... (y ahí siguen las lorzas acumuladas) y en el segundo también tuve vómitos y náuseas, pero eran por la tarde cuando empezaba a encontrarme mal, lo cual en lo referente al trabajo no tenía preocupación alguna. Pero con la tercera... estaba horriblemente mal, lo cual le comenté a mi médico y me recetó las famosas pastillas Cariban (que para mí fueron en aquel momento la salvación al mal cuerpo que tenía). Al pensar en ello ahora quizá no volvería a tomarlas, no por nada, sino porque creo que todo lo "extra" que hagamos embarazadas tiene consecuencias a largo o corto plazo, tanto para bien, como para mal. 
Y aunque nunca se sabe a ciencia cierta si esas pastillas que hacían que yo estuviera mejor fueron negativas para mi pequeña, hoy día no volvería a tomarlas. 
Cuando en octubre de 2016 el pediatra auscultaba a A.C. en una cita médica a la que la llevé porque estaba enferma, me dijo "esta niña tiene un soplo", al ver mi cara de asombro (la niña tenía ya prácticamente 10 meses y la había visto él mismo en varias ocasiones) me dijo que no me preocupara que sería de tipo funcional pero que le iba a pedir una cita con cardiología.  Así que le hice caso y no me preocupé, pensé, ilusa quizá, que sería tal como él me había dicho. Y a los dos meses tuvimos la cita en el Materno. Verla tan pequeña allí tumbada en la camilla, con la cardióloga haciendo el ecocardiograma me pareció que no iba nada más que decirme, hala, que es solo un soplo funcional y que se cerrará en un tiempo. Pero no, empezó a hablarme con palabras que a mí me eran desconocidas totalmente, no porque no me supiera las partes del músculo del corazón sino porque estaba un poco en estado de shock, mi madre gracias a Dios estaba conmigo en aquel momento, recuerdo con exactitud la imagen de la pared de la aurícula central con casi 9 mm de hueco vacío. Sabía porque me lo habían comentado antes, que este tipo de soplos podían llegar a curarse solos con el tiempo, cerrándose al cabo de un tiempo sin necesidad de hacer nada más; así que le pregunté, mi ignorancia era tanta que me miró y negó con la cabeza, me dijo que si el hueco fuera la mitad que probablemente sí, pero que con esa medida era algo imposible, que había que operar más adelante. La cardióloga salió de la sala y me derrumbé al mirar a A.C., tan pequeña, tan bonita... que parecía mentira que lo que me acababan de decir era algo real. Luego le hicieron un electro y se portó más bien... 
Mientras esperábamos los resultados, no dejaban de pasar por allí pequeños bebés, algunos recién nacidos que ya habían pasado por algunas operaciones a corazón abierto y fue horrible verlos, tan pequeñitos, ver las caras de sus familiares... Está claro que yo no podría trabajar en ese mundo porque mi sensibilidad no me permitiría actuar. Salió otro cardiólogo que me dijo que bueno, que no era un soplo funcional pero que tenía una cardiopatía que podía operarse y que dentro de la gravedad, no era de lo peor que puede ocurrir. En eso sí llevaba razón. 
No nos dijeron nada más, solamente que habría que verla en diez meses y que tuviera una higiene dental adecuada (A.C. aún no tenía ningún diente). 
Y ya han pasado 9 meses.
9 meses, los mismos que la llevé en mi vientre. Y el mes que viene vuelven a verla en cardiología. Y yo no he mirado nada en internet. No he buscado ni cómo la operarían, ni nada referido a este tema. 
A veces la desinformación en estos casos es lo mejor. Hace un par de días sí que estuve mirando un poco el tipo de cardiopatía y dentro de las diferentes variantes, es la más "leve", leve para quien lo lee, para mí la sensación que tengo es de un temor por dentro cada día desde que lo supe.. A veces la tengo en brazos y la miro y pienso en que en algún momento en el futuro tendré que verla entrar en un quirófano y empiezo a llorar de tristeza, impotencia o debilidad, qué sé yo... 
El caso es que he escrito esto porque en un mes vuelven a verla. Y no sé qué nos dirán... Vivir con esto no es fácil y a veces parece como que no tiene importancia, quizá para otros no la tienen, para mí, que soy su madre, es una de las peores situaciones por las que he tenido y tendré que pasar. 

Al salir de la guarde


4 de septiembre de 2017

Nueva agenda

Leo por la blogosfera que para muchos el año no empieza el 1 de enero, sino el 1 de septiembre.  Y por una parte llevan razón.
Septiembre en casa, para nosotros que somos los dos trabajadores del sector de educación, es un mes de inicio. Inicio de nuevo curso, nuevos proyectos, nuevas clases... Este año además tenemos la novedad de que el mayor empieza en primero de conservatorio en la especialidad de piano. Tenemos muchos proyectos en mente, y después de este parón en el blog (porque realmente no hemos parado de hacer actividades en todo el verano) me gustaría retomarlo centrándome en varias secciones: libros y juguetes e iniciar una nueva sección que ya pondré más adelante.
He leído mucho en verano otros blogs, he disfrutado leyendo las historias de otros bloggeros y comencé mi rutina de madrugar con el podcast de Buenos días Madresfera, que si aún no habéis escuchado, os lo recomiendo. Empiezas el día de otra forma. Aunque no es lo mismo escucharlos en directo que en diferido.

Otra de las cosas que también fui comentando por Instagram  fue mi intento de hacer una Bullet Journal... y digo intento porque mi realidad es que, de momento, no puedo hacer una. Así que decidí optar por la agenda tradicional, de las que hace varios años llevaba al día y me venían muy bien. Después de pasar por varios establecimientos y ver muchos modelos me decidí por el modelo de la marca ERIK (modelo Lily & Val) y es una elección muy buena por varias razones:
- El formato ideal, no es ni muy grande, ni muy pequeña. Tiene un tamaño apropiado para un bolso mediano.
- La calidad del material. Tanto por fuera, resistente, como por dentro con una buena calidad de papel (puedes escribir con rotulador o bolígrafos sin temor a traspasar), lo cual para mí es muy importante en una agenda.
- Semana vista. Teniendo en cuenta que a lo largo de la semana tenemos muchas actividades me gusta abrir la agenda y ver de forma clara cómo voy a tener la semana.
- Diseño muy bonito, sencillo pero elegante.
- Anillas, que para mí es primordial porque soy zurda y las agendas de tipo encuadernación libro no son buenas.






Me encanta que tenga un bolsillo al final para meter
 papeles y demás
Su gomilla externa ayuda a que la agenda quede más recogida



Así se ve la semana vista.

Y vosotros, ¿sois más de agendas o de apuntar en el móvil? 
¿Conocéis la aplicación Keep?